La pandemia trajo incertidumbre, caos y, en mi caso, la inmensa e insólita posibilidad de reencontrarme con los míos en un espacio sin tiempo y con la oportunidad de revisarme y revisar el lugar de donde vengo.
SOLANO es la casa familiar, la de mis antepasados, la que tiene solera, la que esta orientada al sur.
Durante ese tiempo fotografié junto a una resaca de recuerdos, los campos y senderos que marcaron mi infancia y de la mano de mi padre, fui descubriendo nuevos caminos que me permitieron reconocerme a través de una profesión casi extinta, que entrelaza y atraviesa la columna vertebral de mi familia.
Joaquín es mi padre, y se ha mantenido en el lugar donde lo parieron, sigue recorriendo torpe los mismos senderos invadidos de tomillo y aliagas con un rebaño menguado por los años y por las fuerzas.
Mi madre, María Cruz, no “rebla” ante el esfuerzo de los cuidados y no se recuerda a sí misma sin un dolor sordo, de fondo, de base.
Joaquín Luis, mi hermano, ha tomado el relevo y el peso. Crece junto a su hijo y vuela buscando la manera de encontrar el equilibrio.
Esta exposición es un mosaico de pensamientos, una retina temblorosa, unos caminos transitados por un tiempo lento y por paisajes que han cambiado con nosotros.
Encontrareis esfuerzo, dedicación y trabajo diario, el de ellos, el de los protagonistas.
Para muchos da igual lo que haga o donde vaya, porque siempre seré la hija chicota de casa solano de Güel y eso, para mi, es la mejor definición de pertenencia.
…………..
Con esta exposición se mezcla otra titulada PASTORES del PIRINEO la cual es un “poner cara” y un “homenaje” a los que siguen recorriendo nuestros montes junto a su rebaño.
Cada uno de ellos cuanta una historia, tatuada en madera, con un elemento natural o relacionado con el ovino. Todos ello forman parte de un red oscense de personas que apuestan por el territorio y una forma de vida.
Pasad y observad.